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Mujer Buscada: Un Cuento de Fantasía

“Por ser un hombre de valor,” me acuerdo de la boca suave de la sirena,  
“yo te doy el cavo cariñoso,  
el hogar privado de los príncipes y las hadas.  
Solo síguete como ahora ya eres  
y este cavo se llenará del olor de tu amor romántico  
como la caverna en la profundad que  
se llena del mar cristalino.    
Solo sigue maravillándome con tu lindo corazón.”  
   
Y así me  dijo ella y se desapareció en el agua de bahía.  
Ligeramente se unió con la fantasía eternal,  
su piel bebiendo la espuma blanca,  
cuando su identidad regresó al océano    
dejándome solo en el cavo cariñoso  
que carece de la ternura sin la creatura irreal.  
Al fin, el cuerpo de la sirena como un beso persistente  
y su carita como la carita del sol  
pararon espontáneamente bajo un destello de luz roja y amarilla  
su danza de consumación con el Pacifico vasto    
y ya supe yo que después vendría Noche  
y que a solas la tendría que pasar.  
   
Encendí mi farol pero fueron aquellos de la más allá  
que hicieron bailar desde las paredes empapadas los príncipes y las hadas del pasado  
y Ulises y Calipso.  
   
Tantos se enamoraron aquí.  
¿Podía ser que la sirena le engañara al mar para tener el amor conmigo?    
¡Locura!    
 Una sirena merece al mar  
y el mar merece a una sirena.  
   
Hay riqueza en la soledad.  
Solo sigue por noche con tus dedos ansiosos  
el superficie pedregoso de la pared  
y ves que hay oro y rubís y otras piedras sabrosas en la oscuridad del cavo  
si le penetras duro,  
pero yo no quería el amor del dinero.  
¡A lo mejor la sirena me estuviera buscando!    
   
La humedad del cavo me fue intensa    
mientras corrí de vuelto para la entrada.  
Parecieron como si las paredes me estuvieron apretando.  
Me querían dentro de sí.    
Pero una voz de querer y ternura    
(me acuerdo de la boca de la sirena)  
vino desde atrás de los dientes de estalagmita    
desde el invisible    
y encontré mi calma y mi dirección.  
   
El hambre y la sed tienen muchos poderes.  
Pueden distraer a uno que olvide su meta.  
Lo mismo a mí pasó  
que no más pude correr sin beber.  
Mi lengua estaba seca.  
Y que suerte que a ese momento preciso me apareció  
un cuerpo de agua a los pies.  
Formando bocina con las manos tomé del bendito refresco.  
Y dejé de oír la voz.  
   
Otra empezó en el aire como si de otra fábrica de sueño  
 provocativa y experimentada  
diciendo, “Ey! Ey! Hombre, te levantas.”  
Y me levanté en obediencia.  
   
Yo no vi a ningún ser más que yo y el cavo  
y fue el cavo que me compartió las palabras .  
“Lléname,” me mandó fuertemente, “con el olor de tus amores.”    
“Pero yo… no tengo mujer,” le respondí con vergüenza.  
   
“Lo que dices es correcto y no la vas a tener.”  
Se me mostró en la piscina de agua la imagen de la sirena a quien yo amaba  
sin las algas marinas de modestia que cubre su forma apetecida  
(El cavo sabía muchos encantos)      
haciéndole el amor al rey marino  
y yo no quería aceptar  
que la primera voz en el cavo fue mi imaginación.  
Ella no me buscaba. No me adoraba.  
   
“El mar es para la sirena, y el cavo es para el hombre con el corazón tímido que se va a romper,”  
pero yo lloré a cántaros entonces  
como una tormenta de relámpago.    
   
Las hadas son media mujer media mariposa.  
Las sirenas son media mujer media pez.  
Las dríadas son media mujer media flor.  
Y también hay las arpías que son media mujer media ave.  
¿Qué más debo tratar para tener lo fundamental—una mujer?  
   
El cavo tiene la voz hermosa    
a causa de los largos cabos de su ser    
pero no hay nada más  
que lo hace ni un poco comparable con una mujer humana.  
¡Qué agón!  
   
El cavo me consumió todo  
hasta que me perdí en su espacio.  
Su cuerpo frio me llegó para pedirme caricias  
pero yo me convertí en un miserable.    
   
Todas las aventuras y buscadas me habían llevado a ese pobre minuto.  
El cavo gritó por placer teniendo mi compañía.  
Sus interiores se humidificaron y se calentaron y el aire se condensó    
hasta que me tomó el delirio.    
   
Hasta que vi mujeres  
y mujeres-mujeres  
nada de mezcla o mágica  
pero esa simplicidad tenía tanto sentido para mí.  
Vi a Angelina    
con sus piernas largas y bien establecidas  
y sus brazos desnudos y amorosos  
y su pecho calientito dándome bienvenidos  
y recordé su vientre—a veces cuando se estrechaba su dotado cuerpazo  
y su ombligo, la memoria de su santa natividad.  
Oh Angelina.  
Angelina, mi amor.  
No quiero visitar las tierras exóticas  
ni conocer a muchas mujeres.  
Ya quiero ser tu marido—  
uno fiel y sencillo  
en una casa sencilla  
con un trabajo sencillo  
y también…  
y también quiero hijos—muchos.  
Ay, no quiero morirme aquí tan lejos de tu lado.  
   
El cavo se tembló fatalmente.  
El suelo se tiró hasta abrirse  
y mostró los huesos de muchos hombres que habían perecido en este lugar  
y también mostró las joyas brillantes que sobrevivieron a los hombres.  
   
El estómago del inferno, el cavo, me declaró,  
“Hombre, ya tú me has llenado de tus amores.  
Regresa a la mujer que te ama  
y nunca deja de amarla.”  
Me vomitó.  
   
Como ahora, a veces me acuerdo de la voz de la sirena  
y  de muchas fantasmas más, pero las todas me dan un gran temor  
y me acuesto la cabeza en el regazo de mi—mi Angelina  
como un recién nacido llorando por la teta de su mama.    
 
Written by DecipherMe
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